***AFICIÓN***

Hace mucho tiempo comencé un juego del que no quiero salir. Mi misión en él consiste en manejar las fichas a mi antojo, redistribuirlas, cambiarlas de lugar, volverlas menos importantes y hasta obsoletas. Nadie me dice cómo hacerlo. Tengo la libertad de dominar, de elegir. Soy el rey del reino para el que existo. Me rijo bajo mis propias normas, condeno sin ser condenado, actúo sin miedo a la persecusión o al reproche, simplemente disfruto del poder sin ninguna restricción.

He pasado millones de años en esta situación, manipulando el inmenso tablero, seguido por mis instintos y deseos. En ocasiones me deprimo. Dejo caer mi ira, producto de la soledad, sobre las indefensas fichas; esos pequeños especímenes que viven sin conocer más de lo que ven.

A veces cuando creo que el juego se sale de control, doy un giro en su rumbo. Hoy es un día de esos. Me he cansado de manejar fichas tan enormes y pesadas. Aún no entiendo por qué las puse ahí, ni recuerdo el día en que lo hice. Lo único que sé es que no las siento necesarias. Esos colmillos amenzantes; iguales todos los días que los miro, esas piezas inútiles y monótonas que ellos forman, ya no estarán más. Irán a parar al cajón del olvido, donde guardo lo que hubo en el juego y ya no.

Crearé nuevas generaciones, especies asesinas que se destruyan sin yo articularlas, ni influir de ningún modo. Serán fichas tercas, insensatas, animales pensantes que deambulen sobre el tablero indagando su existencia y muriendo bajo la misma destrucción que prodigan.

Pasaré otros miles de años, bajo estas mismas circunstancias. Quizás algún día, aburrido de jugar, de tanto alboroto, saque del baúl lo que he guardado, junte eras inentendibles entre ellas y termine de una vez esta caótica y absurda afición.

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Clase de Lengua Materna
Explicación del porqué murieron los dinosaurios ( cuento).

1 Voces:

Anónimo dijo...

Tezna muy bello el cuento. Muchos hemos jugado a ser Dios: cuando inhospitamente enviamos por el desagüe del lavamanos a grupos de hormiguitas que no podrán salvarse, cuando aplastamos las cucarachas del camino y cuando matamos a un pobre animal para navidad. Siempre está presente la idea de muerte, pero sobre todo la del juego, ser Dios es un asunto placentero, de libertad y culpa.