***TARDE***

Ni los artilugios más extraños de mi cerebro pueden decirme que miento.
La verdad es tan clara como la forma en que te he visto tantas veces dibujado.
No bastan tus manos en mi rostro para afirmar que todo está bien.
No lo está. No hay bien entre las palabras que ocultan la realidad por temor.

¿Qué hay de los comentarios tardíos?
De esas palabras que guardas...
... de lo que te callas, me callas.
¿Qué hay de una vida que finges tras las sombras de tu miedo?
¿Qué hay de ti, de mí, de lo nuestro?

Tarde. Más tarde que nunca llegan las voces del lamento,
como queriendo disimular la ausencia de lo que necesito,
como suplicando un perdón para algo que sólo desilusión merece.
Tarde llegan tus palabras, volando sobre ese viento que te hiela el alma
y a mí me congela los sentimientos.

No bastará una noche en mi vida para olvidarlo,
ni una en la tuya para excusar la omisión.
Bastará sólo este momento,
para saber que no hay forma de evitar la fatalidad,
de saberte igual al agua turbia: siempre mi castigo al beber.

***


Estás ahí embriagándote en los sueños muertos, que ante la constante negativa, se fueron transformando en deseo. Lástima para ti, que no por tu necedad y radicalismo el tiempo se detiene.

¿ Cómo hacértelo entender?

El rumbo cambia, las esperanzas se agotan y lo que queda tiene tan poca importancia, que no vale la pena recordarlo.

¿ Otro poema?

No, no lo es. Aunque como todos, si así lo ves, problema tuyo será sentirte uno más de los que sirvieron para llenar los vacíos de este espacio.



Te lo escribo aquí, porque aquí nació y aquí está muriendo.