Dagas de terrible seducción
entre delirios de llanto y satisfacción.
Ámame esta noche que ya no hay mañana,
deséame, destrúyeme, poséeme, olvídame.
La resaca entre tu boca se me queda,
y el aliento de tu piel me exaspera,
que me busca, que me excita, que me hiela.
Y la hiel que siempre emanas
que ante el sexo me vulnera,
que la droga de la carne
no la sacia ni siquiera;
ni el ardor de mis pupilas
tras la quema de la tierra,
ni el alcohol entre las cuerdas
de mi voz aventurera.
Vaga vida, herida abierta,
inalcanzable la quimera.
Me he hundido, nadie me espera
y sólo el vicio de buscarte me condena.
Una cancioncilla para Champagne...
Con ideas de los dos...