*** CUATRO DE TRESCIENTOS SESENTA***

Los cálculos de aquellos números nunca fueron mi fuerte, y al parecer menos el tuyo.
Aún cuando la aritmética básica de un bachillerato académico olvidado, intentó renacer entre el estudio de las fracciones parciales y la todavía inentendible trigonometría, lo que no podía ser, llegué a pensar -equivocadamente, para mi desgracia- que tal vez esos números complejos entre ellos y complejos para mí, no serían nunca la activación de lo que hoy se tornó incontrolable.

Quién iba a creer - si yo misma no lo hacía- en la posibilidad de hacer realidad lo que siempre quisiste. Era sólo un sueño tuyo, un anhelo inalcanzable de tu corazón, ¿acaso la utopía más grande de tu vida? No tanto porque yo me sintiera superior, sino por la inteligibilidad de las circunstancias, por la dificultad de verte, o más bien vernos tomados de la mano, en una pequeña ciudadela que no es más que pasillos de chismorreo en donde aún, todo mundo sabe la vida de todos, donde medio mundo, se sigue comiendo al otro medio.

De una forma increíble, terminaron por darse las cosas. Y yo, que me mantengo pensando en eso desde entonces, no logro entender en qué momento pasó todo. Aunque necesario es que aclare al mundo y en particular a ti, que el modo (correcto o incorrecto) que puso el en mi boca, y la mueca de asombro en la tuya, me sigue dejando una sensación de alivio irreparable, una melancolía algo grata, un vacío enorme que como bien sabes, ya no pretendo llenar.

Al fin de cuentas, (las mismas de números inalcanzables) , terminamos por fijar una fecha lejana, que después de trescientos sesenta, determinaría el final de lo que seguramente habría marcado nuestras historias, y sería tal vez lo más bello que alguien pudiera imaginarse jamás. Ciertamente, debo aborrecer el tono romántico de mis palabras, quejarme un poco de tanta zalamería y centrarme en la realidad, que es tan distinta a la forma dulce con la que trato de plasmarla. Por ejemplo: aquello que terminaría en tres décadas no alcanzó siquiera a la mitad de una de ellas.

Ésta es la hora, éstos han sido los días en los que cuestionarme se ha vuelto parte de la rutina, en el que merodear alrededor de tus decisiones y tratar de comprenderlas, ha sido la mayor preocupación de mi cerebro, mas intentar tantas veces descifrarlo, no ha sido fructífero y peor aún, la telaraña de posibles respuestas, de conjeturas salidas de la nada o tal vez de lo mucho que dicen tus actos, no lleva a ningún camino certero que me ayude a concluir algo remotamente posible sobre lo sucedido.

Resta prohibirle a mi corazón que continúe con esas ganas insaciables de saber de ti. Me queda como alternativa ante esta caótica situación, (que viene envolviéndome desde hace más de dos meses) buscar una puerta lejana de tu camino y salir por ella pretendiendo evadir este conjunto de gigantescos y paradógicos sentimientos, tratando de ocultarle al mundo la necesidad de tenerte por lo menos una vez más. Se trata simplemente borrar de mi mente, de mis sueños (ahora más inalcanzables que los tuyos) este deseo enorme de tener más de los cuatro que hoy se cumplirían, de mis queridos y esperados trescientos sesenta.